En nuestra edición anterior (REGION® Nº 1250), comenzamos con esta sugerencia de viaje de una escapada a Ilhabela, archipiélago de Brasil elegido por las grandes compañías de cruceros para hacer una parada inolvidable.
Decíamos que su nombre: “la isla bella”, no es casualidad, realmente es un lugar muy bonito y a diferencia de otros destinos sobre explotados de Brasil, Ilhabela mantiene un 85% de su territorio en estado agreste.
De acuerdo a nuestra experiencia, la sugerencia es volar a San Pablo y desde allí emprender el viaje hasta la isla en auto alquilado.
“La Vila”
El centro de la población de Ilhabela es conocido como “La Vila” (la villa) a unos 7 km. al norte de la bajada del ferry. Es considerado el km cero de la isla. En auto se puede apreciar sólo la costa oeste -la que da al continente- y no hay más caminos transitables, el resto está preservado, Mata Atlántica pura en estado virgen que celosamente guarda el Parque Estadual.
Paseo en Escuna
La otra buena forma de recorrer la isla, cuya vegetación impenetrable dificulta el paso entre los distintos puntos, es contratar una excursión en escuna -velero clásico de brasil- y apreciar desde el mar las distintas playas.
“Perequé”, rodeada de bares y hoteles que se desparraman con gracia por la costa. “Engenho d’ água”, más al norte, muy bonita con buen servicio gastronómico. “Puerto Da Vila”, lugar donde desembarcan los grandes cruceros, entre otras. Para el sur, “Playa Curral” -15 km desde La Vila- es la combinación perfecta entre la naturaleza e infraestructura: aguas claras, vegetación selvática y bares instalados en la arena donde beber una caipirinha tras otra.
Jabaquara
La playa de “Jabaquara”, está en el extremo norte de la Isla y es uno de los últimos puntos a los que se puede llegar en auto. Desde La Vila, son 16 km, los últimos por un sendero rústico de tierra entre la selva, bastante accidentado, pero transitable con paciencia.
Es un ejemplo de naturaleza salvaje, donde las embarcaciones de paseo buscan recalar a la hora del almuerzo. Una playa virginal con forma de media luna, de medio kilómetro de extensión, que recibe agua dulce de dos arroyos. Aguas cristalinas, limpias, rodeadas de abundante vegetación y un restaurante que atiende de maravillas.
La playa de “Castelhanos”, considerada una de las 15 más bonitas del mundo, es la más top, con arrecifes rocosos y variedad de flora y fauna. Sólo es posible llegar alquilando una embarcación.
La noche en Ilhabela
En torno al “Puerto Da Vila”, corazón del centro comercial, hay excelente oferta gastronómica, bares, librerías, negocios de ropa que abren hasta la medianoche y música callejera en la costanera.
No se vaya sin probar la pizza ‘Portuguesa’ de “Pier”, en el ingreso al pequeño puerto, con mesas mirando al mar y románticas velas. De masa superfina, la traen a la mesa sobre una plancha caliente y el mozo se encargará de servirle cada porción hasta el final. Una botella de aceite de oliva virgen estará en su mesa, para rociar cada porción. La cerveza helada -fría en serio- completa el ritual.
Previamente, hay que pedir “Lula Doré” -calamar entero, frito, cortado en rodajas (como nuestras rabas pero distinto)-, un manjar.
De postre, strudel con crema o torta de banana, en algunos de los bares cercanos a la placita, con un buen expreso, café do Brasil. Como bajativo: una copita de cachaça.
Una postal
La isla es chiquita y a la vez interminable, cada rincón es una postal y las posadas -hotelería predilecta en Brasil- son muy acogedoras, dan buen servicio y están rodeadas de flores y aves coloridas. Haga sus reservas por Internet para encontrar las mejores ofertas. Un buen sitio es ‘Booking.com’
Si quiere ir más allá de Ilhabela, no se pierda la ciudad colonial de Paraty, la hermosa Angra Dos Reis y la Ilha Grande, sucesión de archipiélagos elegidos por los grandes cruceros. Hasta se puede llegar fácilmente a Río de Janeiro y Buzios.
Se lo contamos la semana que viene.