El papel de los abuelos será primordial para que estas reuniones cumplan su objetivo de comunicación y unión entre todos los miembros de la familia extensa.
Este mes de diciembre nuestra atención se centra en torno a las fiestas de Navidad, Año Nuevo y la preparación de la fiesta de Reyes. Suele ser un final de año de múltiples reuniones festivas, con familiares -hermanos, primos, consuegros...-, con amigos y compañeros de empresa. Sin duda, las reuniones más entrañables serán con nuestros hijos y nietos.
Actualmente es demasiado frecuente que el planteamiento de las fiestas se centre en el ámbito externo y, por ello, las mayores preocupaciones de muchas personas sean el lugar de las celebraciones, los trajes a lucir y los menús de las comidas, que acaban siendo, en la mayoría de las ocasiones, demasiado abundantes, por lo que suelen ser poco saludables. Así, se está dejando en un segundo plano un objetivo importante de estas fiestas: disfrutar del cariño con los familiares y de la amistad con las demás personas.
Navidad en familia
El papel de los abuelos será primordial para que estas reuniones cumplan su objetivo de comunicación y unión entre todos los miembros de la familia extensa. La riqueza que los abuelos pueden ofrecer es querer a cada uno como es, respetando su singularidad. El amor de los abuelos hacia los hijos y los nietos les llevará a tratar a cada uno de la forma más apropiada.
Recordemos que la convivencia se fundamenta en el amor, que es el que nos insta a acercarnos a los miembros de nuestra familia extensa para ayudarles y servirles. Seremos felices y disfrutaremos en las fiestas navideñas si las planteamos con la ilusión de hacer felices a los demás.
La unidad familiar tiene su base en el amor y si no es así estas celebraciones pierden calidad y en ocasiones incluso resultan penosas por las tensiones que llegan a producirse entre los asistentes.
La seguimos la semana próxima.
Fuente: Hacer Familia - José Manuel Cervera González – Adaptación: REGION®