Argentina es mi país, ubicado en América del sur. Republicana, democrática, representativa y federal. Tiene gran diversidad de climas, amplias llanuras, interminables desiertos, inmensas montañas. Climas tropicales, nevadas y fríos extremos. El 25 de mayo de 1810 alcanzó la independencia de España, proclamándola el 9 de julio de 1816.
Desde unitarios y federales, la vida de los argentinos ha sido muy convulsionada, nunca fue fácil y desde esas épocas, la fisura ha seguido ampliándose a través de los años. Hoy la rotura entre peronistas - antiperonistas, kircneristas - macristas, laburantes a destajo - planeros, vegetarianos versus omnívoros, hinchas de Boca vs. River, seguidores de Messi o de Maradona; sigue agrandándose.
Estoy convencida que lo único que nos une sin hacer diferenciación entre política, religión y clases sociales, es la bandera argentina, específicamente la Selección Argentina de Fútbol, que nos hace olvidar las muertes por la pandemia de Covid, los niños desnutridos, gente empobrecida sin ideales, políticos corruptos, vacunatorios vip, gente que no llega a fin de mes, indigentes durmiendo en la calle tapándose con retazos de cartones y diarios viejos, chorros que te roban hasta el piolin del salamín y también la dignidad.
Gritar un gol de la Selección hecho por Di María, (el fideo), un 10 de julio de 2021 y ganarle a Brasil siendo el favorito, hace que se te olviden todos los problemas y aunque digan que el fútbol embrutece, nos dimos cuenta que todo lo que ocurre tiene un propósito, que cada uno recoge lo que siembra, que Messi es el jugador más grande de la historia, por lo sano, por sus valores, por su don de buena gente; y que ganarle la Copa América a Brasil hizo que mágicamente, la grieta desapareciera por un rato y un haz de luz nos hizo mejores seres y humanos.
Porque la felicidad está hecha de momentos: un paño nos abrigó en celeste y blanco.
Colaboración: Alicia Pastor