El próximo miércoles 11 de noviembre, coincidente con el 115º aniversario fundacional de General Pico, quedará inaugurado el complejo donde funcionarán el Juzgado de Paz y el Concejo Deliberante de la Ciudad, construidos por la empresa local “Eduardo Balent Construcciones”.
La obra, iniciada durante la gestión del ingeniero Carlos Verna y continuada por el gobernador Sergio Ziliotto, se desarrolló sobre el terreno constituido originalmente por dos parcelas. Se ubica en la intersección de calles 13 y 24. Hacia el noroeste, se ubica otro gigante local: el edificio MEDANO, Multiespacio Cultural de la Municipalidad de General Pico.
El nuevo edificio administrativo del Concejo Deliberante y Juzgado de Paz requirió una inversión de parte del Gobierno provincial, cercana a los $ 300 millones a valores de septiembre del corriente año. El diseño del mismo se determinó a partir de un concurso de anteproyectos que llevó adelante el municipio piquense en un trabajo conjunto con la Asociación de Arquitectos de La Pampa y la Federación Argentina de Entidades y Proyectos.
Funciones
Si bien las edificaciones se manifiestan como un gran complejo edilicio unitario, albergará dos edificios totalmente independientes, articulados por una gran plaza pública de acceso bajo la vieja rotonda recuperada donde, otrora, funcionara la Terminal de Ómnibus.
Por un lado y hacia la calle 13, el edificio será la sede del Juzgado de Paz y por el otro lado y hacia la medianera lindante con el edificio MEDANO, la nueva sede del edificio administrativo.
Con cada aniversario de Pico se agitan los recuerdos y el orgullo de sus pobladores, pero puede que algunos mágicos ecos se esparzan por el atemporal de lejanas patrias.
Porque esta ciudad de la pampa gringa se hizo con algunos aborígenes y criollos, pero con una mayoría de europeos que se aventuraron a cruzar el charco, corridos de sus lares por guerras, desocupación y hambrunas.
La fundó Chapeaurouge sobre tierras de Alvear y Castex y la nutrieron multitud de españoles, italianos, árabes y alemanes entre otros orígenes, para contagiarle un variopinto de rasgos culturales.
Y en su sala de partos hubo dos aristas maternas: la de los rieles que trazaron aquellos que ni siquiera pronunciaban nuestro idioma:
¡Quién sabe cuántos eran y qué cosas dejaban
cuando entonces venían a tropezones largos…!
toscos de pico y pala, de piel y algunas quejas,
férreos como las vías que hasta aquí clavaron.
Dos largas líneas como las de ciertas manos
enraizaron durmientes de nostálgicos bosques.
Terraplén de piedras y alambrados guardianes
para no mezclar el campo con los nuevos brotes.
Y la de los chacareros que en interminable gesta agraria se dedicaron a abrir surcos de esperanzas en el pentagrama de la nueva patria:
Esta ciudad recorta su figura
en un friso de silos y trigales,
la arrulla el viento con sus madrigales, tiene una flor de cardo en la cintura.
Por su verde distancia de llanura
trepa el relincho azul de los baguales
y alzan su voz curtidos mayorales
en la ancha huella de su agrimensura.
Sobre aquellas cimientes de ferrocarril, agro y crianza ganadera se fueron engarzando los talleres, los oficios, las escuelas, los clubes, los comercios, los intentos periodísticos y la apetencia urbana que venció a los medanales.
Arenales de mi pueblo, tenues viajeros del viento,
con sus alas invisibles remontan mi pensamiento.
Si una niñez yo tejiera de nostalgias y recuerdos
la haría de arcilla y greda con encajes de silencios.
Con urdimbre de tormentas, hilachas de los tunales,
con retazos de cenizas que vinieron de otros lares.
La calle sola y el barrio, viejos caminos que pasan
sin apuro ni descansos desde el médano a las casas.
Medanales de hace mucho, cinturas leves del pueblo,
por escaleras de grava, subo y bajo... siempre vuelvo.
La nueva etapa
Sin olvidar sus principios, como el galpón de remates de tierras de La Fundadora y el boliche de Las Liebres que tal vez le diera nombre al Departamento, hoy quiero rescatar un tiempo de acelerado desarrollo que se diera en Pico por las décadas de los años 50 y 60.
Ese tiempo coincidió con una especie de florecimiento de las artes y entre ellas la música aportada por diversidad de orquestas y bailables que le dieron al pueblo el mote de “General Milonga”. Y también con acontecimientos populares que dejaran marcas indelebles, desde al automovilismo a los festivales folklóricos, desde los desfiles patrios a los inolvidables corsos.
Al hacerlo me contagio de mística porque a partir de entonces ganamos muchas cosas y perdimos otras:
Pocos recuerdan que Pico, fue un pueblito de jardines
y de huertos generosos,
con estación convocante y una plaza con glorietas
frente al cine parroquial.
La gente se saludaba y en las noches de retreta
se reunían los vecinos,
en susurros de kermeses y tertulias consagradas
por una ley natural.
Los días simples pasaban por las calles y las casas
de hace mucho en este pueblo,
los muchachos no tomaban más que un vino y otro vino
de modesta pretensión.
La gente pobre en los barrios se preparaba a la tarde
para dar la vuelta al perro
frente a bares y vidrieras y entre coches bulliciosos
que encendían su emoción.
Es posible que los cambios, sean justos, necesarios
y además inevitables.
Sin embargo yo conozco a alguna gente que en Pico,
añora lo coloquial,
los vecinos, los saludos, las viviendas sin cerrojos,
los vaivenes ferroviarios,
y las clásicas retretas en la plaza de glorietas
frente al cine parroquial.
Y llegamos a este presente de luces y tránsito, a los edificios de altura y a los barrios extendidos, al parque industrial, a la zona franca y al micro centro peatonal. Y llegamos tras 115 años a un puerto ilimitado que no es seguramente el soñado por los abuelos, pero que valió la pena intentar para bien de nuestros hijos.
¡Felicidades pueblo… y hacia nuevos horizontes…!
Colaboración: Hugo Ferrari
General Pico siempre ha sido una de las localidades más pujante, innovadora y emprendedora de la Provincia.
En este poco más de un siglo, se destacó por ser gran protagonista de la vida del tren como transporte, con una importante red ferroviaria de la que defiende su recuperación hasta nuestros días.
Su Parque Industrial desde siempre fue el más destacado. Allí se asentó la Zona Franca, que hoy es también Aduana. En ese avance se construyó el Aeropuerto Internacional de Cargas. La Terminal de Ómnibus más moderna también se hizo en Pico.
Hoy se puede apreciar el avance constructivo del nuevo Polo Tecnológico, el Parque Apícola y Agroalimentario Provincial es otra realidad destacada y en estos días estarán pavimentando 554 cuadras.
La Ciudad avanza en infraestructura social, donde se destaca el trabajo de las instituciones, con salones para eventos de primer nivel, comodidades deportivas, etc.
También vemos importantes inversiones habitacionales en edificios de altura y en lo institucional se destaca la remodelación que recibirá en breve el centro cultural MEDANO y la inauguración en esta fecha del aniversario del nuevo edificio del Concejo Deliberante y Registro Civil.
Imposible no destacar la labor fundamental que viene desempeñando en este especial momento el Hospital Gobernador Centeno.
La historia de Pico, es que no se detiene. No lo hizo con la lluvia de cenizas, no lo hace con la pandemia actual... Pico sigue creciendo...
Este domingo 8 de Noviembre se recuerda en todo el país el “Día del Empleado y Obrero Municipal”, aquellos responsables de realizar todo tipo de tareas, principalmente las relacionadas a servicios en las comunas.
La fecha del 8 de Noviembre conmemora que en 1959 se creaba y constituía la Confederación de Obreros y Empleados Municipales de Argentina (COEMA), que nació en el seno de la revolución sindical durante la presidencia de Arturo Frondizi y con las 62 Organizaciones como base, teniendo como fin organizar y unificar a todas las federaciones, sindicatos y uniones municipales de la Argentina.
Luego, con el paso del tiempo, de esta federación base se conformó la Confederación de Trabajadores Municipales (CTM), que nuclea a una serie de sindicatos y federaciones provinciales de la misma forma que la COEMA.