Este verano iniciamos un relevamiento de la mítica Ruta Nacional Nº 7 en Chile, conocida como la “Carretera Austral”, que cuenta con casi 1.300 km de extensión -solo una cuarta parte de la afamada Ruta Nº 40 de Argentina-, pero su recorrido en vehículo por el país trasandino, está cuidado, en permanente renovación y en buen estado de mantenimiento, de manera que bien puede transitarlo un caminante, como un ciclista, alguien en moto, en un automóvil clásico y claro está, en camioneta o motorhome.
La Carretera Austral nace en la ciudad de Puerto Montt -lo más directo desde Argentina es acceder a través del paso internacional Cardenal Samoré- y permite llegar hasta Villa O’Higgins, al sur de la Región de Aysén.
En su trayecto, conecta esta hermosa porción del territorio Sur de Chile, pasando por todos los andes patagónicos.
El recorrido resulta una aventura excéntrica y a la vez apasionante, que atrae a viajeros de todo el mundo, porque serpentea paisajes increíbles, atravesando bosques, descubriendo volcanes a la vera del camino, costeando fiordos alimentados por el Océano Pacífico, dejando apreciar los criaderos de salmónidos, con pequeños tramos de pavimento y mucho ripio intercalados por varios y a veces extensos cruces en transbordadores ...
Estas embarcaciones -los transbordadores, popularmente llamados ferris- conectan por agua una sucesión de localidades o parajes, uniendo grandes islas que conforman el terreno propiamente dicho de ésta zona, con especiales características, mucha de las cuales los argentinos no estamos acostumbrados a presenciar en nuestra geografía.
Bien al sur comienzan a advertirse los glaciares y los yacimientos de mármol con sus cuevas multicolores, que incorporan al paisaje variedades nuevas, tonalidades preciosas que se pueden apreciar desde nuestro vehículo o embarcados.
A todo esto, el lector acostumbrado a las páginas de REGION®, sabe que no olvidaremos mencionar la faceta del Turismo Gastronómico en el recorrido, que abarca todo tipo de especies, gustos y paladares, pero que se vuelve exultante para quienes aprecian el sabor fresco de los frutos del mar...
Y si al comentario le agregamos que una abundante porción de salmón rosado, o un pastel de jaivas -cangrejo chileno-, o los mejores picoteos -picadas- de pescados y mariscos, resultan platos muy beneficiosos no solo al paladar sino también a nuestro bolsillo... está todo dicho.
Para los amantes de las cervezas artesanales, Chile es el paraiso, con cientos de variedades de todo el mundo.
Y a los que gustan y se animan a los aderezos picantes, tocarán el cielo con las manos, teniendo siempre cerca un limón cortado para ayudarse con su jugo a calmar la boca y la garganta ante cualquier exceso.
De todas formas, los “bajativos” en a base a pisco, menta, tequila, ron, vodka o nuestro clásico fernet, combinados con bebidas no alcohólicas y jugos frutales, son el mejor cierre para ayudar a la digestión, refrescar el paladar y culminar la ingesta con un brindis relajante.
De octubre a marzo
Lo ideal para hacer este viaje, o parte de él, es el período entre primavera y verano, es decir, entre octubre-noviembre hasta marzo. Pasada esta fecha no sería recomendable.
Dicen quienes han llegado de una punta a la otra, que se necesitan unos 10 días en auto como mínimo, como para poder visitar los atractivos principales.
En el camino vimos muchos jovenes haciendo dedo, a pura mochila nomás y otros en bicicletas, en estos casos los tiempos se duplicarían, al menos.
La semana que viene, comenzamos parte por parte con el recorrido...