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Semanario REGION®

Del 17 de mayo de 2024 - Nº 1.579 - Año 34 - INPI 1983083

“Glamour de Sarah”, la historia de Sara Margarita Wilkinson de Santamarina

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Sara Margarita Wilkinson de Santamarina – (1870 - ?)

Era en el Viejo Mundo donde Sara y José disfrutaban de las playas del Mediterráneo y las reuniones sociales. Era el París de Coco Chanel y de sus ambientes festivos de donde; al igual que otras mujeres, Sara importaba modas y diversiones mundanas.

Y era aquí donde su rico esposo con el cual contrajo matrimonio en Tandil el 3 de noviembre de 1888 dejaba entrever el gran amor por ella; incluso en los negocios, como cuando en 1910, luego de adquirir tierras en La Pampa fundó un pueblo al que glamorosamente bautizó Sarah...

Gran amor para bautizar el pueblo; pero no para ser la fundadora como sostiene la historia oficial.

En la primavera de 1918, con los primeros cañonazos alemanes sobre París; muchos argentinos que como Sara y José, realizaban parte de sus vidas allí, se trasladaron hacia las casas de veraneo que otros compatriotas poseían en las playas de Deauville y Biarritz.

Pero, para el matrimonio Wilkinson-Santamarina, la historia quedaría trunca. En París, José sintió los efectos de una agresiva gripe que lo llevó a morir el 26 de enero de 1919 de neumonía, comunicada a Sara como “peste española”

En 1923 Sara volvió a contraer matrimonio en París con Alfredo de Sierra Valle, secretario de la Embajada de Guatemala. De este enlace; con fotografía de los recién casados en uno de los salones de su domicilio e invitados a la fiesta, dio cuenta en 1924 la revista Plus Ultra:

La crónica dice:

“Una de las notas de mayor relieve dentro de la alta sociedad parisiense, ha sido en los últimos días del año pasado la ceremonia a que dio lugar el enlace de la señora Sara Wilkinson de Santamarina con el señor Alfredo de Sierra Valle, celebrado en la capilla de la Nunciatura.

Los dos esposos son americanos del sur. La señora Sara Wilkinson de Santamarina pertenece a la colonia argentina y ha conquistado desde largos años atrás la estima de la aristocracia francesa por su belleza y encantos personales. El señor de Sierra Valle, diplomático de carrera, es primer secretario de la embajada de Guatemala.

En la mansión del Quai de Tokio, la élite sudamericana y del “faubourg” Saint-Germain reiteraron la simpatía que han sabido captarse los esposos. El embajador de Guatemala en Francia, doctor Recinos, actuó de padrino, y la señora Rosa Anchorena de Fernández, representó como madrina a la señora Regina P. de Alvear”.

Hechos históricamente desconocidos
Al igual que la medalla conmemorativa de la fundación de Sarah; estas segundas nupcias de Sara parecen ser históricamente desconocidas; los historiadores relatan que tras quedar viuda de José Santamarina, en 1929 y también en París, contrajo matrimonio “en segundas nupcias” con el general italiano Mauricio Marsengo quien luego habría sido Ministro de la Soberana Orden de Malta en Argentina.

Ambos hicieron obras de caridad; entre ellas la ayuda a los benedictinos donando la abadía de Santa Escolástica en Punta Chica y colaborando con el Colegio Stella Maris Adoratrices de Mar del Plata.

Marsengo se encargó de administrar los bienes heredados por Sara y el tan preciado palacio “Sans Souci” en Tandil cambió su espíritu romántico por otro mucho más familiar; se llenó de amigos, parientes, aromas de flores y risas de niños que llegaban a recibir el verano con sus padres.

El tiempo transcurrió hasta que la crisis de los treinta apagó las luces festivas de los años dorados, y aquel estilo que no reparaba en gastos se extinguió como la luz de una vela que desaparece de un soplido.

La nueva vida de Sara y el antieconómico palacio “Sans Souci” la fueron alejando cada vez más de la familia Santamarina y ella ya no quería recibir los veranos en Tandil. Ahora prefería pasar sus temporadas en un distinguido chalet de Mar del Plata; la ciudad que le recordaba con nostalgia la Costa Azul.

Y hacia allá iba la última vez que la vieron; observando en silencio desde su automóvil con chofer recorriendo el largo camino bordeado por la alameda, dejando atrás su pasado y su primera historia de amor…

Colaboración: Miguel Ángel Amela
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