Las consecuencias del clima extremo fueron devastadoras para el campo.
La campaña 2022/23 va a quedar grabada en la memoria de los productores agropecuarios argentinos. Marcada por la sequía, significó pérdidas millonarias tanto para grandes como para pequeños agricultores de todo el país.
Y con el avance del cambio climático solo se puede asegurar que, cuando se trata de dar predicciones, no existen las certezas. Pero no todo está perdido: frente a la amenaza de lo imprevisto, existen ciertos recaudos que los productores pueden tomar para prevenir un nuevo escenario como el de la última campaña.
El 2022 fue un año 12,8 % más seco que el promedio, y se ubicó entre los 14 años más secos desde 1961 en la Argentina. Además, como consecuencia del fenómeno de La Niña durante 3 años consecutivos, el periodo 2020-2022 fue el que más impacto tuvo en los cultivos, especialmente en la zona núcleo y región central, según reportó el Servicio Meteorológico Nacional.
A eso, le siguió una intensa ola de calor que azotó durante los primeros meses de 2023. De acuerdo a los datos oficiales, entre enero y octubre la anomalía de temperatura media estimada a nivel país fue de +0.96 °C con respecto al período climatológico de referencia 1991-2020, lo que sitúa al 2023 como el año más cálido desde 1961.
Las precipitaciones, por su parte, se mantuvieron por debajo del promedio del período climático de referencia, y ubicaron al 2023 en el puesto 8 de los años más secos.
Las consecuencias del clima extremo fueron devastadoras para el campo. La Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) confirmaron que el sector cerealero-oleaginoso perdió valores de ventas al exterior por USD 20.700 millones.
¿Qué sucederá en la nueva campaña?
En el campo quedó claro que nadie tiene la bola de cristal. Y mientras muchos miraban con ojos optimistas el inicio del año, lo cierto es que, hasta el momento, las buenas noticias se hacen esperar. Según un relevamiento de CREA (Consorcio Regional de Experimentación Agrícola), un 95% de los empresarios agrícolas experimentó en los últimos cuatro meses daños por sequía, mientras que otro 45% y 7% registró pérdidas productivas por heladas y granizo, respectivamente.
¿Qué hacer frente a las amenazas del campo?
“El que se quema con leche ve una vaca y llora”, dice el dicho, y en este caso no es la excepción. Después de que muchos productores experimentaran de primera mano las consecuencias de sequías, inundaciones, granizos o vientos en sus negocios, la solución lógica vino de la mano de la industria aseguradora. A la hora de hacer las cuentas y evaluar costos y beneficios, el cambio climático entró en la ecuación.
En la Argentina, un país con poca cultura aseguradora, los productores están comenzando a reorientar su estrategia. Así lo muestran los datos de la última edición de la Encuesta de Seguros en el sector Agropecuario y Forestal, de la Superintendencia de Seguros de la Nación: en 2022 (última cifra disponible) se emitieron 150.959 pólizas –contra 145.163 en 2021–, lo que representó primas por $46.031 millones.
En total se protegieron 21 millones de hectáreas y se registró un capital asegurado de $2000 millones –versus 20,7 millones el año anterior con un capital de $1200 millones-.
En la actualidad hay 30 aseguradoras que ofrecen coberturas para el campo, según el mismo informe. La gran mayoría está enfocada a dar soluciones a riesgos aparejados por el granizo, pero también hay otras que cubren diferentes adicionales como heladas y vientos, y, en menor medida, ganado, incendios o incluso daños en silos o silo bolsas.
¿Qué costo puede traer para el productor?
Victoria Mehring, gerente de Sucursal de National Brokers, trae un caso real para tomar dimensión. En la firma vieron el caso de un productor de girasol de la provincia de Buenos Aires que decidió contratar un seguro contra granizo pero rechazó la propuesta de incluir un adicional de vientos.
Él tenía 650 hectáreas sembradas y el costo por contar con dicho adicional en su cobertura era de USD 5.655. Un cambio imprevisto en el clima afectó 250 hectáreas cultivadas, lo que repercutió en una pérdida de USD 120.000.
Pero también hay casos positivos. Otro productor aseguró 1035 hectáreas de trigo a una tasa de 0,97%. Una helada afectó 985 hectáreas sembradas y producto de la cobertura contratada la aseguradora cubrió el pago por los daños en USD 18.000. El costo del adicional había sido solo de USD 200.
“Hoy el productor agropecuario tiene más conciencia y asegura la siembra. Generalmente, hasta que el siniestro no ocurre, no se toma conciencia de para qué sirve el seguro, son pérdidas económicas de miles de dólares. Y si encima no están correctamente asegurados, arriesgan prácticamente todo el año de cosecha. Nuestro rol es asesorar al cliente y presentarle las mejores alternativas para su campo. Para eso nos informamos de la situación del mercado, trabajamos con ingenieros agrónomos y nos capacitamos constantemente”, explica Mehring.
Una relación de cercanía
Nadie conoce mejor los problemas del campo que los chacareros. Sin embargo aún hay falta de información sobre las soluciones que hay disponibles en el mercado para estar protegidos frente a eventualidades. Por eso, en National Brokers trabajan en desarrollar relaciones de confianza con los productores para entender sus necesidades y preparar respuestas acordes.
“Además del seguro de granizo (con sus adicionales, como heladas y vientos), también hay otros riesgos que se pueden contratar como el integral de campo (para incendios), o el seguro técnico (para maquinarias). Escuchamos al cliente y diseñamos las propuestas según los requerimientos de su actividad”, explica Juan Manuel Tito, Director Comercial de Patrimoniales.
Para ello, desde la compañía desarrollan un plan de capacitación para especializar a sus ejecutivos en las distintas industrias. En relación al agro, también buscan fortalecer la relación y la cercanía con los productores, realizar un análisis completo de sus necesidades, conocer la tierra donde van a sembrar, el tipo de cultivo, y a partir de ahí, brindar un costo competitivo.
“Al día de hoy, con una campaña (2023/2024) por finalizar, y otra por iniciar (2024/2025), muchos productores tienen la incertidumbre sobre el resultado del negocio. En muchos casos, el rinde esperado puede verse afectado, ya sea por cuestiones climáticas como la sequía en algunas provincias o retrasos de lluvias en otras, o bien por la baja de precios de los cereales a nivel internacional.
Sabemos lo que arriesga económicamente un productor cuando siembra; y entendemos el esfuerzo y las dificultades que atraviesa el sector por diferentes motivos. Es por ello que estamos para asesorarlos y acompañarlos en todas las etapas”, relata Rodolfo Cittadini, ejecutivo de Agro y Patrimoniales de National Brokers.
Colaboración: Gabriela Fabrizio