Semanario REGION®

Del 8 al 14 de septiembre 2017 - Año 27 - Nº 1.286 - INPI 1983083

¿El turismo bajo amenaza terrorista?

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La palabra “terrorismo”, profusamente usada y, a primera vista, de significado elocuente, es sumamente compleja y, por lo tanto, admite diferentes acepciones -explica en su nota María Alejandra Gazzera, Decana de la Facultad de Turismo de la Universidad Nacional del Comahue-. Sin embargo, al pensar en ella, el sentido común de cada uno de nosotros señala una asociación directa de este término con la violencia.

El terrorismo y el turismo están relacionados, pero que uno ocurra no quiere decir que el otro también suceda en el mismo lugar. Es decir, la posibilidad de verse envuelto en un atentado terrorista provoca, con razón, en la mayoría de la población miedo, lo cual fomenta en muchos casos, el turismo nacional, pues la gente se siente más segura dentro de su propio país, a pesar de que los ataques no se pueden prever.

Los terroristas utilizan el atacar a los turistas como una herramienta estratégica para obtener atención mediática, lo cual crea miedo y confusión entre la población y desestabiliza la economía de un país. El terrorismo consiste precisamente en eso: infundir terror. Crean una paranoia en la sociedad que consigue mantenerla en una especie de estado de alerta ante un posible ataque inminente. No sabes ni donde ni cuando, lo único que tienes es la certeza de que pasará algo.

La demonización o la apología a ultranza, según los casos, son los deltas en los que se suele desembocar a partir de consideraciones relativas a las experiencias vividas o a los reduccionismos más o menos interesados. Históricamente, el siglo XX ha sido la época más oscura del terrorismo, especialmente para Occidente. Tuvieron lugar atentados narcoterroristas, anarquistas, nacionalistas, racistas, xenófobos, antisemitas, etc. Hubo atentados terroristas en todos los continentes contra el turismo tanto en países musulmanes como cristianos, con las lamentables pérdidas de vidas humanas, más allá de las consecuencias negativas económicas-financieras, entre otros aspectos. En el 2001 los ataques del 11S dieron un giro a la industria turística global. Tuvo el mayor impacto socio-económico en toda la historia de la humanidad. Existen numerosos estudios sobre los impactos de las actividades terroristas al turismo pero cuyo impacto económico global es prácticamente imposible de medir. (OMT 2005). En este sentido, los atentados del 11-S, si bien no estuvieron dirigidos contra objetivos turísticos, hizo que el punto de mira de los grupos terroristas se centrara en los turistas.

Los terroristas atacan a los turistas precisamente porque son uno de los motores del desarrollo económico y social. Abimael Guzmán, el fundador de Sendero Luminoso sintetizó los argumentos terroristas en contra del turismo: 1) el turismo es símbolo del capitalismo, 2) los turistas generalmente provienen de países ricos y por lo tanto representan al régimen capitalista, considerado opresor y 3) el turismo es una industria apoyada por el Gobierno, y por consiguiente un ataque al turismo es un ataque al gobierno (Thomas Bauret, 2016). Drakos y Kutan (2003) señalan cinco vías a través de las cuales el terrorismo ejerce su influencia nefasta sobre el turismo: Reduciendo de modo directo el número de turistas que visitan un país afectado por el terrorismo. Disminuyendo el volumen de inversión directa extranjera en el país, hecho especialmente dramático en países en vías de desarrollo. Obligando a incrementar los gastos en campañas publicitarias que incentiven nuevamente el turismo. Generando gastos para reconstruir las instalaciones turísticas dañadas por los incidentes terroristas. Obligando a incrementar la seguridad en los posibles destinos turísticos, con el objeto de dificultar ulteriores ataques terroristas.

Los atentados han alimentado el miedo de los viajeros. Debido a su naturaleza, el turismo presenta una alta probabilidad de convertirse en un objetivo prioritario del terrorismo en el futuro; la pregunta que cabe es si el fenómeno terrorista se convertiría así en una parte integral del turismo moderno. Quisiera encontrarme a alguien que me dijera donde hay un lugar seguro, ¿ustedes creen que haya un lugar seguro en el mundo actual? Yo ya no lo creo. Todo indicaría que el Turismo puede considerarse ”crítico“ en el contexto de las amenazas terroristas. Parece obvio que ante ataques terroristas de corte islamita o el que fuere, los países no deberían bajar la guardia cooperando en materia de seguridad. Recordemos que el objetivo del terrorismo es crear miedo e incertidumbre y el crecimiento turístico pasa, necesariamente, por el tema de la seguridad, como precondición para un sector que es altamente sensible a las condiciones de seguridad pública.

Mg. María Alejandra Gazzera
Decana de la Facultad de Turismo de la Universidad Nacional del Comahue. Profesora Titular Reg. Área Servicios Turísticos. Directora Centro de estudio CECIET IPEHCS-UNCo-CONICET. Articulo completo en http://fatuweb.uncoma.edu.ar