La gran ciudad de los cariocas, es un destino muy accesible. Con frecuencia las compañías aéreas tiene muy buenas promociones desde Argentina, ya que al igual que San Pablo, son dos aeropuertos internacionales que distribuyen miles de vuelos dentro de Brasil, conectándose con todo el mundo y por lo tanto, la oferta de pasajes es muy abundante.

La peligrosidad que se le atribuye a Río de Janeiro, no es más grande que la de cualquier otra gran ciudad latinoamericana, de manera que, siendo cuidadoso y moviéndose con precacución dentro de las zonas turísticas, no debería haber problemas.
Para aprovecharla bien, lo ideal es contratar un servicio turístico con transporte, pero también tiene lo suyo alquilar un auto con GPS y recorrerla a gusto.

Un avión de TAM despega al atardecer desde el aeropuerto doméstico Santos Dumont. En el fondo el puente del Río Niteroi. La vista desde el Pan de Azúcar es impresionante y su ascenso una aventura imperdible.

La metrópoli es inmensa -7 millones de personas- y tiene un montón de atractivos, con populosas playas que en verano se colman de turistas de todo el mundo, beneficiadas por una gran infraestructura hotelera y turística.
En una rápida visita, los lugares que no pueden dejar de recorrer son el Cerro Corcovado, donde se encuentra la imagen del Cristo Redentor, con un mirador bellísimo de la ciudad, y los Morros Pan de Azúcar y Urca, en la Bahía de Guanabara, desde donde se puede apreciar el despegar de los aviones del aeropuerto doméstico Santos Dumont.
Si aprecian las plantas, el Jardín Botánico de Río de Janeiro no los defraudará, en especial por su atractivo Orquidiario.
Y si de buscar un destino bonito marítimo se trata, a tan sólo dos horas del aeropuerto -166 km-, los esperan las playas de Buzios, una península volcánica donde los morros que terminan en el mar forman acantilados, cavas y más de 20 playas de aguas cristalinas, con gran vegetación y vistas deslumbrantes.

Cristo Redentor
El Cristo Redentor es una estatua de estilo Art-Déco localizada en la cumbre del cerro Corcovado en Río de Janeiro, Brasil. Mide 38 metros de altura, de los cuales 8 corresponden al pedestal. Fue construida entre 1926 y 1931.
En 2003 fue agregado un sistema de escaleras eléctricas para facilitar el acceso a la plataforma donde se encuentra la estatua.
En 2006, el lugar fue declarado santuario, por lo que los católicos pueden casarse, bautizar a sus hijos, etc.

Existen dos formas de llegar al monumento:
El acceso más concurrido es desde Rua Cosme Velho Nº 513, de donde es posible subir por un pequeño tren, todos los días de 8:30 a 18:30 hs. con un viaje de 20 minutos.
El tren recorre la vía férrea del Corcovado, siendo posible apreciar la floresta de la Tijuca -considerada la floresta urbana más grande del mundo- y parte de la fauna del lugar, los simpáticos monitos que se acercan a la gente en busca de algún alimento.
Otra forma de acceso es trepar la cuesta en auto, hasta el estacionamiento de Paineiras. Desde allí se llega con un minibus turístico que sale cada 10 minutos.

Morro Pan de Azúcar
Junto con el Cristo Redentor, es uno de los íconos de la ciudad de Río de Janeiro. Está ubicado en una pequeña península que marca la entrada de la Bahía de Guanabara y en ella se levantan dos morros de altura escalonada: el Urca de unos 220 m. y el Pan de Azúcar de 575 m.
El acceso está ubicado frente a la Plaza General Tiburcio y en la Estación del Teleférico se compran los tickets para las dos etapas. El servicio funciona entre las 8 y las 22 hs. y entre cada salida hay unos 30 minutos de espera, pudiendo ser menos si hay mucho público.

Desde el inicio del recorrido se va palpitando la excitación de los visitantes, ya que las cabinas del teleférico son totalmente vidriadas y permiten apreciar magníficas vista aéreas de las playas y el mar. Las plataformas de las estaciones son amplias, con sendas en medio de la vegetación y miradores naturales en diferentes alturas desde donde se tienen fantásticas vistas de casi 360 grados que incluyen las playas de Copacabana y Vermelha, el mar, el Cristo del Corcovado, el centro, la Bahía de Guanabara y Niteroi.

De regreso, es muy recomendable descansar y beber algo en la Playa Vermelha o emprender un recorrido de una media hora por la senda Claudio Coutinho.

Hay restaurantes, bares con comida rápida y bebidas, tiendas de souvenirs y sanitarios. También existe la posibilidad de ampliar el recorrido, tomando un helicóptero con diferentes recorridos.
En la cima del Pan de Azúcar hay un sendero que bordea el Morro con abundante vegetación y vistas del océano, ideal para turistas en buen estado físico, ya que el regreso en subida hace perder el aliento.
De regreso, es muy recomendable descansar y beber algo en la Playa Vermelha o emprender un recorrido de una media hora por la senda Claudio Coutinho, que comienza en el lado norte de la playa y que está habilitada entre las 6 y las 19 hs. Esta senda rodea la falda del Pan de Azúcar en medio de mucha naturaleza y con espléndidas vistas al mar abierto.
Otra buena opción al visitar el Pan de Azucar es ir por la tarde y presenciar desde lo alto la puesta del sol y Río de Janeiro de noche, con todo el esplendor de la ciudad iluminada.

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Jardín Botánico de Río de Janeiro

El orquidiario del Jardín Botánico de Río, es el más importante
de la Amazonia. Reúne múltiples variedades dignas de admiración.

El jardín botánico de Río de Janeiro sorprende por su gran tamaño -137 hectáreas, 54 cultivadas- y por su patrimonio. Si van con tiempo suficiente a Río y les atrae este tipo de visitas, sin duda disfrutarán del paseo.
Se trata de un botánico reconocido mundialmente por su calidad, un museo vivo con cerca de 11.000 especies vegetales de todo el orbe.
Tiene diversas zonas interesantes para recorrer, como un orquidiario, cactario, bromelario, plantas carnívoras, una zona de selvática de floresta o mata atlántica e infraestructuras con lagos, pasos de agua, jardines con gran interés paisajístico, etc.
Entre las plantas más características del lugar están las Palmeras Imperiales, que se llaman así porque el primer ejemplar, traído a Brasil por el botánico Luiz Vieira da Silva, fue entregado a la familia imperial y plantada por el Príncipe Regente D. João en 1809.
En 1972 murió la Planta Mater fulminada por un rayo. Ahora todas las palmeras imperiales de Brasil son descendientes de ésta.
También hay otras especies vegetales de gran interés, como el Palo de Brasil (Pau-Brasil - planta de la que proviene el nombre del país y símbolo nacional).